viernes, 8 de marzo de 2013

En honor a QUEEN.


El cantante argentino Pablo Padín tiene sobre sus hombres una gran responsabilidad, que se divide en varios puntos cardinales: por el norte, se divisa lo musical e interpretativo; por el sur, lo histórico y mítico; para acercarse al este con la sensibilidad y finalizar en el oeste con la perplejidad de todos los espectadores.
Aun con todo aquello, emular a la perfección al considerado “dios del rock” de los ingleses, Freddie Mercury, en la banda tributo que lidera, Dios salve a la Reina, Pablo prefiere no profundizar mucho en el asunto.
“Si profundizo demasiado lo veo con mucha responsabilidad y trae peso. Pensar que debemos sonar como Queen en sus discos, y yo hacer lo mismo que Freddie es como clonar a la banda”.
Inmediatamente, el líder de los más fieles a la imagen de los eternos campeones del rock y, dicho sea de paso, considerado uno de los mejores tributos del mundo, se contrapone a sí mismo: “cuando se toma de manera natural, pensamos que esto es lo que hacemos hace 15 años y nos sale como si nada”.
Para darse el lujo de llegar a esta reflexión, Pablo Padín  quien hoy presume esa misma actitud de aquel líder de Queen en sus años de gloria, despojado de toda timidez  se alió en 1998 a Ezequiel Tibaldo, Francisco Calgary y Matías Albornoz, quienes empezaron a moldear su imagen a la de John Deacon, Brian May y Roger Taylor, respectivamente.
“A los cuatro integrantes nos gustaba mucho Queen. Yo, en lo personal, tenía una pasión muy grande por Freddie y por la banda. Me atrevería a decir que empezamos a tocar como un pasatiempo y para sacarnos esas ganas de hacer sus canciones. Y ahí, surgió todo. Luego empezamos a hacer cosas más importantes”, comenta este Freddie argentino, vía telefónica desde Guatemala, en el marco de la gira latinoamericana que concluirá en Rosario, provincia argentina de Santa Fe, donde nació Padín.
Lo que nació como un brote de frenéticos admiradores hasta convertirse en lo que es hoy, asegura que esto del tributo no surgió de la noche a la mañana.
“Era una gran piedra que se fue puliendo y, desde hace siete años, estamos consolidados en cuanto a los personajes. Fue una cosa que se fue haciendo durante el tiempo; absorbiendo material, viendo cómo se movían y cómo tocaban, y creo que por parte de cada uno se le tomó de una manera muy trabajosa”.

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